Pececitos

miércoles, 20 de octubre de 2010

Yo tanto te puedo hablar, muy poco te puedo decir.

Entro corriendo, llego tarde, pero no corro por eso; no quiero mirarte, entonces tendría que pararme, darte dos besos, preguntarte que tal, sonreirte, despedirme... Y estaría todo el día pensando en esa despedida, y al día siguiente sentirme tan impotente como cada vez que me despido de ti. Con esa sensación tan verdaderamente requemante. Querer y poder hacer todo y no hacer absolutamente nada.
Supongo que por eso no quiero cruzarme contigo cuando tenga algo mejor que hacer. Me imagino que todo esto tambien se debe a que te lo mereces.
En fin, sea lo que sea lo que pretenda hacer, te debo una. No me comporté bien, lo admito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario