Pececitos

martes, 26 de abril de 2011

Haciendo lo imposible para no perderte por momentos.

-Buenos días.
+Buenos días, imbécil.
-Ei... Qué bien empezamos, eh.
+¿Cómo quieres que empiece?
-Con un, buenos días cariño. Por ejemplo.
+Gánatelo.
Él se acerca más a ella. Habían pasado toda la noche juntos, pero ella mantenía las distancias, no quería terminar como la última vez. Se fue cuando más le quería; tenía miedo de que se volviera a marchar.
Como si le hubiese leido la mente, él añadió:
-No me voy a ir.
+Eso dijiste la última vez.
-Esta vez es distinto.
+¿Y qué lo hace ser diferente?
-Tú sabras.
+No me vengas con esas...
-Si lo sabes. Esta vez no necesitas que me marche.
+¿Y si lo llego a necesitar?
-Me iré.
+¿Ves? Me dejarás de todas formas.
-Por eso estamos los dos aquí.
+¿A qué te refieres?
-Ya lo veras.
Se levantó y se fue.
Ella no sabia por qué hacia eso, pero le gustaba. En realidad, es lo que quería. Le venía bien alejarse de todo, ya que nada le importaba.
Cuando él llegó se sento a su lado.
-¿Lista?
+¿Para?
-¿Te piensas que nos vamos a quedar siempre aquí?
+Podríamos.
-Pues nos iremos más tarde.
+Imbécil...
-Aquí mando yo, recuerda.
+No, prefiero no recordarlo.
-¿A dónde quieres ir?
+Un lago.
-¿Y eso?
+¿Está prohibido bañarse?
-No, es que... Lo veo bastante raro, a ti...
+Hay cosas que cambian.
-Y tú mejor que nadie lo sabes.
+Gracias a ti, sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario